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Aneurisma aortico

¿Qué son las Arterias Carótidas?

Las arterias carótidas son dos vasos sanguíneos principales, uno a cada lado del cuello, que nacen del arco aórtico (la gran arteria que sale del corazón) y ascienden para llevar sangre rica en oxígeno al cerebro. Son responsables de irrigar la mayor parte del cerebro anterior, que controla funciones cruciales como el pensamiento, el lenguaje, la personalidad, la sensibilidad y la motricidad.

¿Qué es la Enfermedad de la Arteria Carótida?

Una arteria carótida sana tiene una pared interna lisa y un calibre amplio que permite el flujo libre de sangre. La Enfermedad de la Arteria Carótida se desarrolla cuando se acumula placa (una sustancia compuesta principalmente de colesterol, grasa y calcio) en la pared interna de estas arterias. Este proceso, conocido como aterosclerosis, provoca un estrechamiento progresivo del interior de la arteria (estenosis). Es el mismo proceso patológico que afecta a las arterias del corazón (enfermedad coronaria) y de las piernas (enfermedad arterial periférica).

La gravedad de esta enfermedad radica en su potencial para causar un Accidente Cerebrovascular (ACV), comúnmente llamado «derrame» o «ictus». Esto puede ocurrir de dos maneras principales: 1) La estenosis se vuelve tan severa que reduce críticamente el flujo sanguíneo al cerebro. 2) Fragmentos de la placa aterosclerótica o coágulos formados sobre ella se desprenden (émbolos) y viajan por el torrente sanguíneo hasta obstruir arterias más pequeñas dentro del cerebro. La falta de oxígeno resultante causa daño cerebral, a menudo permanente.

Factores de Riesgo

Los factores que aumentan el riesgo de desarrollar enfermedad de la arteria carótida son similares a los de otras enfermedades cardiovasculares:

  • Edad avanzada (generalmente mayor de 50-60 años).
  • Tabaquismo (actual o pasado).
  • Diabetes Mellitus.
  • Antecedentes personales o familiares de enfermedad cardíaca o vascular.
  • Hipertensión Arterial (presión arterial alta).
  • Colesterol elevado (Hipercolesterolemia / Dislipidemia).
  • Obesidad.
  • Sedentarismo (falta de ejercicio).

Síntomas y Señales de Alarma: El Ataque Isquémico Transitorio (AIT)

En sus etapas iniciales, la enfermedad carotídea puede no producir síntomas. Desafortunadamente, a veces el primer signo es un ACV ya establecido. Sin embargo, existen señales de advertencia importantes. El Ataque Isquémico Transitorio (AIT), conocido como «mini-ACV» o «aviso de derrame», es una emergencia médica y un predictor muy fuerte de un futuro ACV mayor. Ocurre cuando un bloqueo temporal del flujo sanguíneo cerebral causa síntomas neurológicos que duran poco tiempo (minutos a horas) y luego desaparecen. Estos síntomas incluyen:

  • Pérdida súbita de visión o visión borrosa (en uno o ambos ojos).
  • Debilidad, torpeza o adormecimiento repentino en cara, brazo o pierna (usualmente en un solo lado del cuerpo).
  • Dificultad súbita para hablar, articular palabras o comprender el lenguaje.
  • Pérdida de equilibrio o coordinación.
  • Mareo intenso o confusión repentina.
  • Dificultad súbita para tragar.

¡Un AIT requiere atención médica inmediata! No se puede predecir si evolucionará a un ACV mayor. El tratamiento precoz puede ser vital.

Diagnóstico

La detección temprana es clave. El diagnóstico se realiza mediante:

  • Historia Clínica y Examen Físico: Incluye la auscultación del cuello con estetoscopio para detectar un «soplo carotídeo» (ruido anormal del flujo), aunque su ausencia no descarta la enfermedad.
  • Eco-Doppler Carotídeo: Es el estudio de imagen inicial fundamental. Utiliza ultrasonido para visualizar las arterias carótidas, medir el grado de estrechamiento y evaluar las características del flujo sanguíneo. Es una prueba no invasiva y segura.
  • Angio-TC o Angio-RM: Tomografía computarizada o resonancia magnética con contraste para obtener imágenes detalladas de las arterias, útiles para confirmar el diagnóstico y planificar el tratamiento.
  • Arteriografía: Procedimiento invasivo (cateterismo) que ofrece las imágenes más precisas del interior de la arteria. Se reserva para casos específicos o durante la planificación de intervenciones endovasculares.

Tratamiento

El tratamiento busca prevenir el ACV y se basa en tres pilares:

  1. Modificación del Estilo de Vida: Dejar de fumar es crucial. Adoptar una dieta saludable, controlar el peso y realizar ejercicio regularmente.
  2. Tratamiento Médico: Control estricto de la presión arterial, la diabetes y el colesterol con los medicamentos apropiados. Es indispensable el uso de fármacos antiplaquetarios (como aspirina y/o clopidogrel) para reducir la formación de coágulos.
  3. Procedimientos de Revascularización: Indicados cuando la estenosis es significativa (generalmente >50-70%, dependiendo de si hubo síntomas o no) para restaurar el flujo normal y eliminar la fuente de émbolos. Las opciones son:
    • Endarterectomía Carotídea (ECA): Es la cirugía abierta tradicional. Se realiza una incisión en el cuello, se abre la arteria y se extrae la placa de aterosclerosis. Es un procedimiento muy efectivo y con resultados duraderos comprobados.
    • Angioplastia con Stent Carotídeo (ASC): Es una técnica endovascular mínimamente invasiva. Se introduce un catéter (generalmente desde la ingle), se atraviesa la zona estrecha y se implanta un stent (malla metálica) que mantiene la arteria abierta. Se realiza bajo anestesia local/sedación y suele tener una recuperación más rápida. Se considera una alternativa a la ECA, especialmente en pacientes con alto riesgo quirúrgico o condiciones anatómicas específicas.

La decisión sobre el mejor tratamiento (médico exclusivo, ECA o ASC) se toma de forma individualizada, valorando el grado de estenosis, la presencia de síntomas, la edad, las condiciones generales del paciente y la anatomía carotídea. Consulte con un especialista en cirugía vascular para una evaluación completa y discutir las opciones más adecuadas para su caso.